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miércoles, 27 de julio de 2011

2012, el año que los chinos también predijeron 1/2


Por Lin Ling - La Gran Época-


Las profecías mayas no pronostican el fin del mundo, sino el fin de un ciclo cósmico en el cual grandes acontecimientos llevarían a la raza humana a un nuevo ciclo de civilización.

La película apocalíptica “2012”, que está haciendo furor en el mundo y que ha generado una suerte de cachetazo en la generalizada visión lejana frente a las profecías que advierten sobre tiempos convulsionados y catastróficos relacionados con la degeneración de la moral humana. Su propio director, Roland Emmerich, confeso incrédulo de que el mundo nos dirá adiós en 2012, no ocultó sus titubeos: “tengo que admitir que hay un par de libros que realmente me asustaron”, dijo.

Sin embargo, al contrario de lo que la cultura popular cree y el sensacionalismo de algunas películas y libros dan a entender, las profecías mayas no pronostican el fin de la civilización entera. Dotados de un extenso conocimiento sobre matemáticas y astronomía, los mayas vaticinaron para el sábado 21 de diciembre del 2012, el fin de un gran ciclo cósmico, donde grandes acontecimientos a nivel planetario llevarían a la raza humana hacia un nuevo ciclo de civilización.
Con una exactitud exquisita, los mayas supieron proyectar el acontecimiento que ocurre una vez cada 26.000 años, cuando el Sol y la Tierra se alinean con el centro de la Vía Láctea.
El legado maya habla, con una precisión sorprendente, sobre una ola de calor que derretiría los polos, así como sobre un cometa que amenazaría la existencia de la raza. Sin embargo, el mensaje gira siempre en torno al comienzo de un nuevo ciclo; señala a la catástrofe como una etapa de purificación para el nacimiento de una nueva humanidad, y un periodo previo que se traduce como una oportunidad única para el hombre de reflexionar y rectificar los errores cometidos para alcanzar la armonía con el cosmos.
Hay supuestamente 7 profecías que dejaron los mayas. Lo que es asombroso, o más bien alarmante, es que el tiempo en que vaticinan la calamidad coincide con los presagios de otras culturas. Pero también está la esperanza en todas. Nostradamu, los Mayas, los Egipcios, la antigua cultura Hopi y tantos otros –incluidos los chinos antiguos– parecieran haberse puesto de acuerdo para prever el fin de la civilización presente cuando grandes calamidades y conflictos sin igual darían paso al nacimiento de una civilización renovada, espiritualmente altruista.
“Para los antiguos mayas, era una gran celebración del fin de un ciclo completo”, dice por su lado Sandra Noble, directora ejecutiva de la Fundación para el avance de los estudios mesopotámicos, en Crystal River, Florida.
Por otra parte, “Nosotros, la comunidad arqueológica, no tenemos registros o conocimiento de que los mayas creyesen que el mundo se terminaría en el 2012”, explica al respecto la curadora del Museo de historia natural de Florida, Susan Milbrath.

Advertencias que brotan hoy de la cultura china milenaria

Son también muchas las profecías que ha dado la antigua China, aunque la mayoría de ellas se presentan con la forma de metáforas, acertijos, pinturas, cuentos, sueños, etc. Nunca se han mostrado a sí mismas directa y claramente. Esta característica se corresponde con la cultura y espiritualidad chinas, en las que se cree que la vida humana viene originalmente del cosmos y que el hombre –antes un ser iluminado- aunque se haya desmoralizado y perdido en medio de la confusión, está dotado de sabiduría, inteligencia y libre albedrío para iluminarse por sí mismo dentro de la ilusión del mundo humano. Es que los chinos antiguos decían que primero hay que creer sin ver, y sólo se verá si antes se cree.
Algunas de estas profecías antiguas chinas que señalan un nuevo mundo después de una catástrofe, no habían salido a la luz sino hasta poco. El tiempo ‘elegido’ para ser despertadas del profundo letargo es precisamente este, lo cual no deja de llamar la atención. ¿Un manejo del Cielo? Para el pensamiento antiguo chino, sí.
Los chinos creen que las profecías no son dejadas para que se cumplan, sino para que el ser humano cambie positivamente, corrija los errores con las lecciones aprendidas y evite así las previsiones negativas. Estos legados se entienden como el gran ‘ci bei’ (misericordia) del Cielo. Desde este ‘ci bei’, diversas predicciones se entrelazan en las viejas enseñanzas para prevenir que el hombre se corrompa y amenguar los daños de una catástrofe resultante –según se deduce de las mismas – de la desviación de su comportamiento.
Al final, el hombre decide su propio destino.
Oriente y la catástrofe del periodo del fin de la Ley

En la India, hace 2500 años, el Fo (Buda) Sakya Muni profetizó que el Fa (Ley) que él enseñaba sólo podría ser transmitido durante 500 años, y que después de 500 años vendría el periodo del fin de Fa. La humanidad llegaría a un estado en que su enseñanza no servirá más para salvar la gente.
Hoy, 2000 años después, de acuerdo con la Escuela Fo (Buda), ya no existe más Ley en el corazón del hombre para restringirse de hacer cosas malas. El deterioro de la moral humana de hoy puede entenderse como el periodo anunciado, el final de Fa.
Una de las profecías que señalan este periodo del fin de Fa (la Ley) y la gran catástrofe es la tabla de Liu Bowen.  Liu Bowen, también llamado Liu Ji, fue un asistente del primer Emperador de la dinastía Ming (1368-1644), Zhu Yuan Zhang (también conocido como Ming Taizu), quien unificó a China. Liu Bowen ayudó al Emperador a establecer la Dinastía Ming y se desempeñó como Primer Ministro. Pero no fue sólo una persona honesta y un gran Ministro, sino alguien que ‘obtuvo el Dao’ (el camino espiritual, la enseñanza).
De ahí se entiende cómo es que dejó tantas profecías al mundo –incluido el famoso Shao Bing Ge– cuyas predicciones tienen un alto grado de comprobación al día de hoy.
La profecía de la “Tabla de Liu Bowen de la montaña Taibai de la provincia de Shanxi” fue hallada recientemente, 700 años después de ser escrita, luego de un gran terremoto. Las palabras, al igual que en el caso de los antiguos mayas y de Miguel de Nostradamus, deslizan un futuro esperanzador para la especie humana, precedido por una gran catástrofe, donde tendrían lugar cambios profundos y una limpieza, a veces horrendos. Pero no habló de un final absoluto de la humanidad ni del universo
“De los pobres quedarán mil de 10 mil; de los ricos, dos o tres de 10 mil; si pobres y ricos no dan un giro en sus corazones, la hora de la muerte será inminente”
Tal como los mayas, Liu veía la esperanza de la raza en un cambio espiritual profundo después de esta gran limpieza, augurando que la gente que dé un giro en sus corazones, podría ser salvada.

Las fechas clave y “Tiempo del no tiempo”

En su calendario asombroso y perfecto, los mayas profetizaron que cuando el sistema solar en el sistema de la Vía Láctea haya pasado ‘el gran ciclo’ de 5125 años (desde 3113 antes Cristo hasta el invierno de 2012), el sol coincidirá exactamente con el punto donde se cruzan el Eclíptico y el Ecuador. Después, la Tierra saldrá de la Vía Láctea y entrará en una nueva etapa; la humanidad entrará en una nueva civilización que no tiene que ver con esta.
Los últimos 20 años del ‘gran ciclo’ (entre 1992 y 2012) son un período de suma importancia, que los mayas llaman el “Tiempo del no tiempo”. Este “Tiempo del no tiempo” aparece como un periodo de gran aprendizaje y cambios, y –según los mayas – es cuando el hombre entra en un gran salón de espejos y se mira adentro de sí mismo, analiza su comportamiento y toma la decisión de cambiar. Esto implica algo tan profundo: la voluntad libre del hombre. Implica la decisión de cada uno de pasar a la nueva etapa o perecer.
De la profecía se interpreta que en esta época del cambio de los tiempos, que está llegando a su fin, la humanidad tiene ofrendada la posibilidad y la responsabilidad de retomar su creencia en el aspecto espiritual. Se puede pensar que es un periodo regalado, una única y última oportunidad para salir del espejismo y cambiar el destino de la Tierra.
Desde el otro lado del mundo, Liu Bowen profetizó, “Si puede sobrevivir al año de la gran catástrofe, será un ser divino terrenal que permanecerá siempre joven; aunque sea luohan (un ser divino) de acero, tendrá dificultad de pasar el 1 de julio; el 13, no importa si es luojan  de oro y acero, solo la bondad puede ayudar. Son difíciles de pasar los años del dragón y de la serpiente.”
Aquí, lo que profetizaron Liu Bowen y los mayas coinciden asombrosamente, si tenemos en cuenta que los años del dragón y de la serpiente son 2012 y 2013. ‘Luohan’ (o ‘arhat’ en sánscrito) es el primer grado de logro o ‘posición de fruto’ en el proceso de cultivación, en el lenguaje budista; Liu Bowen pone en evidencia el requisito de la elevación espiritual para superar la catástrofe.
La cultura china antigua se consideraba como una cultura semi-divina dejada por dioses que se reencarnaron en la Tierra. Por eso, se cree que los acontecimientos importantes en China son arreglados por el Cielo por ciertas razones, reflejos de “cambios celestiales”. Los chinos llaman a su país “Zhong Guo”, que significa “país central”. Todo ello se condice con pistas de sabios chinos, de que China sería el escenario principal de la última obra teatral de la humanidad.
Los chinos dicen: “los cambios celestiales dirigen los cambios terrestres”. Efectivamente, en este periodo del “tiempo del no tiempo”, a pesar de una cultura global cada vez más desligada de la formalidad religiosa, se han visto diversas corrientes de búsqueda de respuestas espirituales. También han surgido muchas escuelas, enseñanzas, así como charlatanes y comerciantes que buscan aprovechar aquella ansiosa demanda.  Pero también, en este cambio celestial, aparecieron enseñanzas que realmente han contribuido a una verdadera elevación del hombre.
En 1989, en China ocurrió la matanza a los estudiantes en Tiananmen. Después de esta masacre, para amortiguar la tensión social, el régimen chino aflojó un poco las riendas para dar algunas pequeñas libertades, lo cual abrió el camino para el florecimiento de antiguas prácticas y enseñanzas legadas de la China antigua, que venían resurgiendo curiosamente desde mediados de la terrible Revolución Cultural en los ’60, agrupadas tímidamente bajo el nombre de “qigong”.
Las formas de ‘qigong’, en realidad, tienen miles de años de historia y data al comienzo de la historia china, de la cultura china antigua. Si bien hoy varias se transmiten –incluso en Occidente – como métodos energéticos para mejorar la salud, originalmente eran justamente vías de cultivación o mejoramiento físico y espiritual, a veces con formas más religiosas o místicas, cuya meta era que el hombre regresara a su estado más elevado que tenía antes de ser hombre terrenal.
Esta libertad personal para buscar algo de salud mental y física mediante el qiqong generó un gran movimiento de millones chinos que empezaron a abrazar estas disciplinas antiguas resurgidas.

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